
A fin de cuentas la renuncia al amor sólo es el egoísmo
de quien quiere pensar sólo en sí mismo y no en el amado.
Endulzado con aparente sacrificio enmascara al desamor amargo.
En amor siempre se lucha. La única renuncia de quien ama
es a sí mismo y a no desearlo todo a toda costa sin ningún sacrificio.
Todo pierde si así obra. No tiene sentido un barco sin mar.
Ni un ave sin cielo abierto enjaulada por tener su sustento.
¿Qué libertad se obtiene renunciando a la mayor
y mejor libertad de todo Hombre que es AMAR?.
Va... Y soy otra más... entre todas éstas hipocondrías.
-Sólo son productos de todas las neurosis
que nos inyectan adulteradas con psicosis –
Pues va a ser que no. Nada tendría sentido.
Mientras tú me ames no renunciaré a ti jamás.
Yo te amo mucho ¿Y tú a mi?
Hay un cielo sonriente repleto de optimismo
para darle a tus ojos un ramo de luceros
escribirle a tus manos que no existe egoísmo
sino solo ternura cuajada de aguaceros.
¿Renunciar a tus huellas? Es mentirse “a sí mismo”
Gaviota que se posa en el dulce velero
a desplegar su vuelo. A pintar dinamismo
del corazón que grita paisajes de “te quiero”
Y si el amor es cierto y el corazón palpita
no hay renuncia que valga, ni olvido que se agita
sino solo ternura que al alma le da paz.
Y si el amor es mucho como lo es el mar
por qué la duda intensa para poderse amar?
“Mientras tú me ames no renunciaré a ti jamás”.
Nieves María Merino Guerra/Antonio Escobar Mendívez
No hay comentarios:
Publicar un comentario