
Poco a poco se va.
Es como una ola,
besa la arena
con su espuma. Intensa
mente ama con locura.
El alma tensa
al corazón se ata.
Es una amapola
el tiempo la deshoja.
No está sola
la acompañamo s siempre.
Es inmensa
arboleda. Florece.
El hombre piensa
quiere sea su
eterna barcarola.
Es un océano
con su fauna y flora,
con sus misterios
y sus dulces huellas
quedan y la mirada
está perdida.
Es un maná, se acaba,
el hombre llora
porque termina
tal fugaz estrella
que Dios le ha regalado:
Es la vida.
Antonio EScobar Mendívez
La tarde es cenicienta como su pena.
El llanto lo desborda sin compasión.
Y el desolado puerto también lo ignora
mascando los recuerdos de su prisión.
Un barco se despide en lontananza
perdido en horizonte de nueva vida
mientras aquí marchita toda esperanza
y al borde de su angustia su ser se agita.
No quiere ver el mar que los separa
ni ése cielo de nubes amenazantes.
Perdido en su silencio nada lo ampara
colándose en su piel helados vientos.
Taladra su memoria otra mañana
cuando el amanecer vestía de azul
una playa de ensueño con aguas claras
y ahora abandonada la sueñas tú.
Nieves María Merino Guerra

Secretos de dos no son de Dios
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